viernes, 24 de octubre de 2014

¿Cómo pasar del libro de texto impreso a su alternativa digital?


Cada vez es más generalizado y compartido el convencimiento de que el libro de texto impreso se ha quedado ya muy desfasado y que, aunque vaya acompañado de un CD, no responde a las actuales demandas de la enseñanza y el aprendizaje y más, en tiempos tecnológicos como los actuales, en que las TIC están tan presentes en nuestra sociedad y en la vida del alumnado. 

Son muy pocos los profesionales de la educación que todavía no han llegado a la conclusión de que resultan muy empobrecidas la labor educativa y las dinámicas de enseñanza y aprendizaje, si la actividad del aula se sigue soportando tan sólo en el libro de texto y nos aferramos a sus propuestas sobre lo que hay que enseñar y sobre cómo hacerlo.

Más aún, son numerosas las voces que vienen proclamando hace ya varios años, tanto a nivel particular como institucional, que una parte importante de la responsabilidad sobre las deficiencias actuales de nuestro sistema educativo hay que otorgársela a unos libros de texto tan obsoletos.
Es necesario plantearse una estrategia que tenga como horizonte su futura sustitución, si bien este proceso no se puede materializar de la noche a la mañana
En definitiva, que han dejado de servir como referente único e incuestionable y, por lo tanto, es necesario plantearse una estrategia que tenga como horizonte su futura sustitución, si bien este proceso no se puede materializar de la noche a la mañana, prescindiendo de golpe de los libros de texto impresos. 

a) La introducción de los llamados “libros de texto digitales” va muy despacio: 

 

En un determinado momento, se barajó la posibilidad de que los que se empezaron a presentar como libros de texto “digitales” podían ser la gran solución que permitiera sustituir a los libros de texto impresos en un plazo de tiempo relativamente corto.

Sin embargo, la realidad está demostrando que los llamados libros de texto “digitales” están teniendo una implantación muy modesta y que son muy pocos los centros educativos que están apostando de manera firme y decidida por esta opción.

Los motivos que están provocando que este proceso sea tan lento y titubeante son diversos, si bien quizá merezcan destacarse los siguientes:
  • Las editoriales no tienen ninguna prisa por eliminar el libro de texto tradicional y abordar la cuantiosa inversión que representa el rehacer todos sus contenidos educativos .
  • El profesorado mantiene todavía cierta desconfianza e inseguridad hacia el mundo de las TIC y, además, se teme que dar el salto y pasarse a lo digital le va a exigir un esfuerzo personal muy importante. Algunos pocos profesionales sí podrían hacerlo y, de hecho, ya lo vienen practicando a título particular, pero, por el momento, son una minoría. Por otra parte, la paralización del programa Escuela 2.0 no ha incentivado mucho a avanzar en esta dirección precisamente.
  • El nivel de calidad de los libros “digitales” actuales no parece suficiente y representan una versión bastante pobre, que no está ofreciendo demasiado valor añadido.
Para que la edición digital sea una alternativa válida que haga olvidar los libros de texto tradicionales y represente una solución que llegue a aplicarse con carácter general, aún tiene que evolucionar mucho.

Deberá enriquecerse con todas las opciones educativas que ofrece el entorno digital y ofrecer fórmulas abiertas y en reactualización constante que impulsen a utilizar las múltiples funcionalidades asociadas a la web 2.0, las cuales están en continua evolución.

b) Se necesita un período de transición: 

 

Así pues, dado que parece improbable que, hoy por hoy, se vaya a hacer un acelerado traspaso al mundo digital, lo más recomendable parece que sería planificar y ofrecer el soporte necesario para poder abordar un período de transición cuya vigencia vienen estimando los expertos que se debería mantener, al menos, durante una década.

Período de transición durante el cual se mantenga el libro de texto impreso como elemento de referencia y vaya siendo reforzado cada vez más por medio de contenidos digitales, de forma que el primero vaya perdiendo peso progresivamente y pasando a ser gradualmente más marginal.

Esta coexistencia entre el libro de texto y los contenidos educativos digitales es perfectamente planteable desde ya y sin necesidad de depender de los contenidos digitales ofrecidos por las editoriales, pues existen muchos y muy buenos contenidos de libre acceso a través de Internet, desarrollados por diversas instituciones educativas y organismos oficiales, así como otros muchos elaborados y generosamente compartidos por ese sector del profesorado que, según hemos comentado, está actuando a modo de avanzadilla.

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